No, el estrés y la ansiedad no son lo mismo.
- Quetzalli Flores Arciniega
- 7 ago 2023
- 3 Min. de lectura
¡El día no me alcanza! ¡Ya es tarde! ¡me duele horrible los hombros de tanto estrés! ¡Me tiembla el parpado por la ansiedad y el estrés!
Son frases que comúnmente escuchamos decir o que nosotros mismos las utilizamos al referirnos a nuestra rutina diaria, pero ¿será que tenemos mal identificados al estrés y la ansiedad?
Vivimos tan acelerados y con muchísima información en todos lados que no solo somos parte de la estadística que sufre de estrés y ansiedad, sino que también la hemos normalizado y la usamos en nuestro vocabulario como si fuera algo de lo que no deberíamos preocuparnos.
Pero ¿sabes cuál es la diferencia entre ambas patologías?
1: ¿Cómo se originan?
El estrés es una situación concreta, un momento en el que la persona se siente superada porque no es capaz de hacer frente a esa situación. Por otro lado, la ansiedad es mucho más difícil de detectar, puede aparecer tras una situación de alerta y estar relacionada con el miedo y la preocupación y en muchas ocasiones las personas que sienten ansiedad no saben el origen de ese malestar y esas emociones.
2: Detonantes:
El estrés surge como resultado de influencias externas, manifestándose como inquietud vinculada a estímulos o circunstancias ajenas que abruman a la persona.
La ansiedad está relacionada con emociones internas como la angustia, el miedo, o pensamientos que nos plantean el peor de los escenarios.
3: El tiempo como herramienta:
La dimensión temporal es otra de las notables diferencias entre el estrés y la ansiedad.
Como mencionábamos previamente, el estrés surge en el instante presente, originado por un estímulo externo específico. En consecuencia, una vez que dicho estímulo se desvanece, el estrés también se disipa. Por ejemplo, la tensión generada por una charla incómoda desaparece una vez que esta sucedió. En otras palabras, la persona retorna a su estado psicológico y fisiológico normal.
En el caso de la ansiedad, su duración suele espaciarse en el tiempo ya que no se debe exclusivamente a un desencadenante externo sino que está relacionada con las emociones y pensamientos de la persona, es decir, con construcción interna de la realidad que hace la persona.
4: Síntomas:
Los síntomas asociados al estrés están directamente vinculados con la relevancia y la intensidad del factor que lo desencadena. Esto abarca desde molestias como dolores de cabeza y tensión muscular hasta la presencia de ansiedad, fatiga, trastornos del sueño, y más. No obstante, estos síntomas se disipan al concluir la situación de estrés.
En el caso de la ansiedad, las manifestaciones más frecuentes en las personas afectadas incluyen una sensación de nerviosismo, percepción de peligro o pánico, opresión en el pecho y palpitaciones, respiración agitada, sudoración, temblores, dificultades para concentrarse o conciliar el sueño, así como la incapacidad para controlar las preocupaciones, entre otros.
Finalmente, es esencial resaltar que, aunque ansiedad y estrés no sean idénticos, existe una interacción entre ambas condiciones, ya que el estrés puede generar ansiedad; sin embargo, una persona con ansiedad no necesariamente padece estrés.
5: Tratamiento:
A partir de lo expuesto hasta este punto, es claro que el tratamiento requerido para el estrés difiere notablemente del necesario para la ansiedad. En el contexto de la ansiedad, resolver el estrés no conlleva automáticamente la eliminación de la ansiedad.
Para abordar el estrés de manera habitual, se busca capacitar a las personas afectadas para desarrollar estrategias que les permitan enfrentar momentos estresantes o contrarrestar tales situaciones a través de actividades relajantes destinadas a reducir la tensión. Ejemplos de esto incluyen la práctica de yoga o meditación, la toma de días de descanso, entre otras alternativas.
Dado que la ansiedad es una afección mental más compleja, ambigua, seria y de larga duración, su tratamiento requiere un enfoque distinto. En este contexto, no es suficiente abordar simplemente el factor desencadenante de la ansiedad o descubrirlo para afrontarlo.
Por lo tanto, se recomienda ampliamente la terapia psicológica como un medio para explorar en profundidad el trastorno, identificar sus desencadenantes, y adquirir las técnicas y herramientas necesarias para enfrentar episodios de ansiedad.
Además, para las personas que experimentan trastornos de ansiedad, la participación en actividades relajantes o la realización de ejercicio físico también puede resultar beneficioso.
¿Te gustaría recibir más información sobre nuestros servicios y terapias enfocadas en estrés y ansiedad? Suscríbete a nuestro newsletter y se le primero en enterarte de nuestros eventos, talleres, terapias y más.
Comments