Como bien se sabe, todos los años el mes de Noviembre es el mes de las súper ofertas y rebajas, ya que se atraviesan 2 de los fines de semana más esperados del año para las tiendas y los consumidores: “El Buen Fin” y el “Black Friday”
El fin de semana que muchas familias esperan para aprovechar las súper ofertas que las grandes tiendas ofrecen. Y aunque podría pensarse que es un acto que tiene como fin activar la economía, lo cierto es que la industria del consumo ha jugado con nuestras mentes para hacernos creer que aquellas “super ofertas” sí son super ofertas y no solo técnicas de marketing para impulsarnos a comprar lo que no necesitamos.
Si bien, está comprobado que, en muchas tiendas departamentales, deciden aumentar el costo de sus productos semanas antes para que, al momento de realizar las promociones, te hagan descuentos del 60% o hasta del 70%. Haciéndonos creer que es una súper oferta que no podemos dejar pasar.
Al mismo tiempo, este tipo de eventos nos hace sentir parte de “algo”, como si fuera un partido de fútbol y eres parte del equipo ganador porque lograste “ahorrar” unos cuantos pesos.
Pero ¿qué pasa cuando la gente decide usar el dinero que no tienen con tal de aprovechar los super descuentos?
Al igual que fin de año y las vacaciones de verano, el buen fin o black friday, son aquellos eventos que nos provocan dar el famoso “tarjetazo” porque esa pantalla plana de tales pulgadas ya no estará disponible a ese mismo precio el próximo mes.
O porque es la última pieza de esa edición de zapatos que ya no volverá a salir, pero hay un pequeño inconveniente… No hay de tu talla, pero no importa, ahí luego ves cómo lo arreglas, pero de que te lo llevas, te lo llevas, porque ¡está al 60% de descuento!
Provocando unos minutos de felicidad y satisfacción, pero en cuanto las luces brillosas en el aparador se apagan y llega el estado de cuenta, las emociones toman un camino diferente, provocando nervios, ansiedad, sentimientos de culpa, intranquilidad, un torbellino de pensamientos y muchos “no debí comprarlo”.
El comportamiento colectivo, provoca ese acto irracional de comprar de manera compulsiva, sin sentirte mal en el momento porque “todos lo hacen”, entonces está bien, aunque después te des cuenta de que no lo está.
De acuerdo a Knutson, el cerebro reacciona de manera diferente cuando se trata de descuentos, y la parte del cerebro de tomar decisiones se activa, acelerando la decisión de compra.
En pocas palabras, nos provoca un arranque que nos invita a comprar lo que vemos con descuentos. Sin darnos cuenta de que estamos siendo impulsados a generar esa compra innecesaria.
¿Te habías puesto a pensar en esto antes?
Pero, la verdadera pregunta es, ¿podemos evitarlo?
La respuesta es SÍ, aunque esto no quiera decir que todas las compras que realices durante este fin de semana sean malas, en lo absoluto. Se vuelven negativas cuando te generan algún sentimiento de culpa, estrés o ansiedad.
¿Qué podemos hacer en este tipo de eventos?
Arma un presupuesto de lo que consideras que puedes invertir en este fin de semana.
Haz una lista de los productos o servicios que consideres que son buenos comprar con estos súper descuentos.
Revisa tu lista una vez más para rectificar.
Una vez en el lugar, pregúntate "¿realmente lo necesito?" Si la respuesta es Sí, libre de cualquier culpa, llévatelo, pero si sientes que esa compra te traerá consecuencias futuras, mejor espera, ya vendrán otras ofertas.
Por otra parte, si consideras que no cuentas con el presupuesto suficiente, evita ir a tiendas departamentales o lugares con estás grandes promociones. Te ahorraras un torbellino de pensamientos futuros.
Si sigues estos pasos, te podrán ayudará a no sentirte como una víctima más de este tipo de eventos.
A ti, ¿cómo te hace sentir este tipo de promociones masivas?
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