Nuestra dependencia emocional y tipo de apego, se forma desde nuestra infancia. La forma en la que nos aman nuestros padres, nos enseña a amar.
Por lo tanto, entender cómo desarrollamos nuestro apego durante nuestra infancia, nos ayudará a entender cómo nos vinculamos en nuestra vida adulta.
Un factor importante a entender, es que el ser humano necesita relacionarse socialmente para poder vivir. Somos seres sociales que vivimos dentro de una sociedad, por lo tanto, poder entender con qué tipo de apego crecimos, nos brindará herramienta que nos ayudarán a que nuestras relaciones funcionen de manera más efectiva.
¿El apego se limita a los primeros años de vida?
Si algo es cierto, gran parte se desarrolla en la infancia pero esta no se ve limitada a los primeros años de vida.
Un niño que crece con un tipo de apego seguro, tendrá relaciones más saludables y sin dependencia emocional. Esto se debe a que sus cuidadores estuvieron para él y sus necesidades, sintiéndose amado y que él también importaba.
Pero, ¿qué pasa cuando nuestros cuidadores son todo lo contrario?
En muchas ocasiones los niños que crecen con padres ausentes o que no validad sus emociones y necesidades. Crecen con una necesidad de aprobación hacia aquella figura con la que han generado dependencia emocional.
Es decir, tratan de complacer a su pareja, circulo de amistades o trabajo, con tal de sentirse parte de algo, haciendo caso omiso a sus propias necesidades.
Crear relaciones poco estables donde las dudas constantes son:
“¿Se quedará conmigo?” “¿Me quiere?” “¿Estoy haciendo lo suficiente?” “¿Soy suficiente?”
Se tiene la creencia que la única forma de hacer que los demás se queden es poniendo sus necesidades antes que las nuestras, perdiendo por completo nuestra autonomía.
Y si usamos la lógica de que toda acción conlleva a una reacción: perder tu individualidad por alguien más, provoca que la otra persona termine alejándose o se convierta en una relación sumamente tóxica donde la otra parte tome el control total de tu autonomía.
¿Cómo sanar?
La respuesta es simple, reconstruir nuestro apego. El que tus padres o cuidadores te hayan enseñado una forma de amar, no significa que sea la única forma en la que puedas construir tus relaciones.
Con la ayuda de terapia psicológica, introspección, y mucha paciencia se puede lograr un cambio total.
También aprender a amar nuestro cuerpo, prestarle atención a nuestros pensamientos diarios y tenernos mucha paciencia, nos ayudará a vivir una vida más ligera, sin apegos y con constante aprendizaje.
Conoce más sobre los tipos de apego en la Temporada 1, de nuestro podcast “Desde la Raíz” por Spotify.
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